¿Largo o corto en Cúcuta?
Si Cúcuta fuera una acción que cotiza en bolsa, ¿usted la compraría o la vendería?
Como en el mercado de valores, la respuesta depende de las expectativas. Los precios, dicen los economistas, contienen información. Reflejan el ánimo de quienes participan en el mercado, sus temores, su confianza, su visión del futuro. Y si el precio de una ciudad también pudiera leerse como una curva, ¿qué forma tendría hoy la gráfica de Cúcuta? ¿Estaría lateral, en descenso… o comenzando a subir?
Desde hace años vengo observando con atención las señales. Y fue justamente esa inquietud — ¿cómo va Cúcuta? — la que me llevó a crear en 2024 el podcast Yo creo en Cúcuta. Un espacio de conversaciones positivas con empresarios, académicos, líderes y ciudadanos que creen en el potencial de nuestra ciudad. Con el tiempo, lo que empezó como una idea se ha convertido en algo más grande: una plataforma de confianza para hablar de lo que ya se mueve en la Cúcuta emergente.
Porque sí: hay señales. Hoy hay canchas donde claramente podemos ganar. El sector moda, la agroindustria, la gastronomía, el comercio transfronterizo y el potencial minero energético — carbón, arcilla, gas — ya muestran ventajas competitivas. Pero también hay otros campos que nos ilusionan, especialmente uno: la tecnología.
Yo sueño con una Cúcuta Tech Hub. Una ciudad donde niñas, niños y jóvenes puedan crecer rodeados de ciencia, innovación, pensamiento lógico y emprendimiento. Donde el lugar de nacimiento no determine el futuro. Donde el talento se abra paso y las oportunidades no estén restringidas por las barreras del idioma o la falta de acceso a tecnología.
Ese sueño no es un delirio. Ya está ocurriendo. Lo escuché en la voz del doctor en ingeniería Jesús Álvarez Guerrero (episodio 36 del podcast), quien enseña tecnología desde los barrios. También lo viví con el profesor Eduardo Esteban Pérez León (episodio 42), mejor docente de Iberoamérica, que está formando desarrolladores de software entre jóvenes con discapacidad visual. ¿No es eso extraordinario?
Hace poco leí la carta a los accionistas del CEO de Palantir, una de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo. Palantir desarrolla software que permite tomar decisiones estratégicas basadas en inteligencia artificial. Al leerla, no pude evitar pensar en el talento de nuestros jóvenes y en lo lejos que pueden llegar si nos tomamos en serio su formación.
Pero para eso, además de habilidades tecnológicas, necesitamos hablar inglés. Sin bilingüismo, Cúcuta queda fuera de la conversación global. Queda fuera del trabajo remoto, de los sueldos competitivos, de las startups internacionales.
Tenemos lo más difícil: una juventud inquieta, una comunidad empresarial resiliente y un espíritu colectivo inquebrantable. Solo nos falta algo que no se enseña pero sí se contagia: creer. Creer de verdad que esta ciudad puede dar un giro. Que la Cúcuta emergente no es una ilusión, sino una realidad en marcha.
Por eso, si me preguntan, yo lo tengo claro: me voy largo en Cúcuta. Y compro su acción. Porque está barata, pero su valor futuro es incalculable.
