La Cúcuta Emergente 2025
Un día como hoy, 19 de abril de 2014, falleció en Cúcuta mi mamá. Fue un año de luto, pero también de cierre de ciclos. Su partida marcó el inicio de una etapa distinta: una vida con más propósito y una convicción aún más firme de dedicar mi energía al desarrollo de mi ciudad.
Cúcuta ha estado siempre presente en mi historia. En el año 2000 me gradué del Colegio Calasanz, en plena efervescencia del auge .COM. Mientras el mundo se conectaba a nuevas tecnologías, mis amigos y yo programábamos nuestras playlists de rumbas caseras usando Napster. Ya en 2001, estudiando economía en la Universidad Nacional en Bogotá, tenía claro que mi sueño era volver a Cúcuta y trabajar por su transformación.
Ese anhelo tomó forma en 2015, cuando inicié mi camino en el sector público desde la Gobernación de Norte de Santander. Desde entonces, he tenido la oportunidad de participar en la formulación de planes de infraestructura como el Plan Vial Departamental, donde priorizamos obras como el tramo Astilleros — Tibú — Convención — La Mata, conocido como la vía del carbón, una conexión estratégica hacia el Caribe vía terrestre o por el río Magdalena. Ya en ese entonces, la doble calzada Cúcuta — Pamplona era una promesa en obra, mientras que la conexión Pamplona — Bucaramanga era apenas un deseo.
Lo que siguió fue un recorrido profundo por las entrañas de mi territorio: trabajando en construcción de paz, prevención de violencias, fortalecimiento del deporte, políticas de educación, vivienda digna y emprendimiento local. Cada paso ha reforzado una idea que hoy más que nunca cobra vida: la Cúcuta Emergente.
Este concepto nace desde la docencia, donde invito a mis estudiantes a reconocer lo que muchas veces ignoramos: que Cúcuta representa la diversidad y el potencial de todo Norte de Santander. Una ciudad-región que combina su ubicación estratégica entre la cordillera oriental y la cuenca del Lago de Maracaibo, con talentos y activos muchas veces ocultos.
Inspirado en la “estrategia emergente” del consultor caleño Alejandro Salazar, entendí que el desarrollo no siempre sigue planes rígidos. Muchas veces, lo verdaderamente transformador surge desde lo cotidiano, desde las conversaciones que dan origen a nuevas coaliciones. Y fue justamente esa reflexión la que motivó el nacimiento del podcast “Yo Creo en Cúcuta”, el 27 de junio de 2024.
Hoy, con 41 episodios grabados, el podcast ha sido una herramienta para visibilizar una Cúcuta vibrante, resiliente y poco reconocida. Porque no valoramos lo que no conocemos. Y si algo logra este ejercicio de conversación ciudadana es encender la chispa del reconocimiento colectivo, entonces ya valió la pena.
Como dice Salazar, “somos lo que conversamos”, y por eso insisto en que necesitamos una gran conversación social que nos permita pensar en colectivo el futuro de nuestra región.
Tenemos activos extraordinarios: en el episodio 37, Erika Sánchez de Somos Cacao nos recuerda que aquí nace uno de los mejores cacaos del mundo. Imaginen el potencial que tenemos si usamos estos símbolos para unirnos, para proyectar un territorio sostenible y próspero.
Como el cuento que no se cuenta, no cuenta.
Por eso te invito a que compartas esta reflexión con otro cucuteño o cucuteña.
La Cúcuta Emergente ya está aquí. Sólo hace falta que más personas la vean.
🎧 Escucha el episodio 37 del podcast aquí: Yo Creo en Cúcuta — Spotify