Economía de la Pasión
El diseño es lo que me apasiona. Palabras que me dijo mi hermano. Así como a Rafael, posiblemente a la mayoría de nosotros nos gustaría vivir de nuestra pasión. Dado que este contenido no será sobre autoconocimiento, voy a suponer que ya hemos identificado aquello que nos mueve o lo que nos apasiona.
La economía de la pasión (en inglés The Passion Economy) tiene mucho que ver con la muy sonada Economía Naranja, que incluso en Colombia hace parte de una Política Pública de Emprendimiento, dado que entendemos por economía naranja todos aquellos sectores de la economía de la creatividad; desde los tangibles (artesanías, gastronomía, moda y muchos más) hasta los intangibles (diseños digitales, música; audio obras; software; videojuegos y muchos más), pasando por los tatuajes que no estoy seguro en qué grupo de los dos anteriores clasificarlos.
Por economía de la pasión entendemos a la monetización de habilidades o talentos únicos. Muchas de las habilidades que conforman la economía naranja han encontrado modelos de negocio para ver la posibilidad de vivir de estas pasiones. Estos proyectos personales que tienen el reto de ser sostenibles financieramente se diferencian de lo que hemos conocido como la economía gig o gig economy, por su término en inglés, en el que las personas realizan trabajos esporádicos. Al contrario de este concepto gig, el individuo apasionado desea vivir de este oficio por largo aliento, en su mayoría por el resto de su existencia.
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Al surgimiento de la economía de la pasión le debemos ver canales en Twitch, no sólo de videojuegos, sino también sobre ajedrez, flautistas, pianistas; guitarristas; cantantes; educación financiera; emprendimiento; podcasting; cocina; deporte y cualquier tema que te puedas imaginar.
Según un artículo de Li Jin publicado en HBR el pasado 17 de diciembre, el 30% de los niños entre 8–12 años en USA aspiran a convertirse en Youtubers. Esta premisa nos muestra la tendencia creciente de la que hace parte la economía de la pasión, pero al mismo tiempo me hace ver la realidad del mercado de los llamados influencers (youtubers, tik tokers, instagramers, twitchers o podcasters) donde sólo un % muy reducido se lleva la mayor parte de los ingresos de la bolsa. Esto es normal y ocurre en todos los sectores. Para la muestra, un botón: podemos observar el mercado del fútbol en el que solo tenemos a un Messi, Cristiano Ronaldo, Mbape o Slatan; pero también tenemos futbolistas profesionales en otras ligas alrededor del mundo viven de su pasión por la “pecosa” (término cariños para pelota de fútbol) y ganan valores que no tienen sentido la comparación. Siempre tendremos a los aficionados, amateurs, profesionales y los fuera de serie (balón de oro para cerrar la analogía con el deporte del fútbol).
De los tres (3) millones de creadores en la plataforma de Spotify, el (1,14%) gana en promedio $22,395 usd por trimestre y el (98,6%) restante gana $36 usd por trimestre. En el caso de Patreon (plataforma para apoyar a nuestros creadores de contenido favoritos) sólo el 2% de los creadores en esta plataforma ganaron lo equivalente a un salario mínimo en USA en 2017 ($1,160 usd).
Dada esta realidad de la industria, que es normal. No se me hace extraña. Pero si me lleva a cuestionarme:
¿Cómo vivir de mi pasión o cómo monetizar mi hobbie?
Una pregunta común para todos los que hacemos parte del ecosistema de la economía de la pasión, incluyendome como productor de podcasts.
La respuesta a la pregunta anterior podría encontrar un posible camino de solución si antes nos preguntamos por nuestro modelo de negocio. Ojalá un modelo construido a partir de nuestro DAFO. Porque en ese modelo de negocio debemos tener claro el rol de la creación de contenidos que en principio podría hacer parte de las actividades claves del CANVAS del modelo de negocio (como lo es en mi caso) o de la propuesta de valor. Si los contenidos están enmarcados en la propuesta de valor del CANVAS, entonces si debemos encontrar un camino para monetizarlos de manera directa.
Hoy vemos dos modelos de monetización que ya funcionan muy bien. Ser el Uber de “X”, online marketplaces tales como Podimo (podcasts), Platzi (educación en tecnología), Terapify (psicólogos), Domestika (cursos), Outschool (cursos) o Kidz Bop (academia para enseñar a bailar, cantar y actuar a niños). Por otro lado, plataformas propias al estilo membership site tipo Boluda punto com (academia de marketing online perteneciente a Joan Boluda). La premisa de cualquiera de estos dos modelos de negocio es que el talento y la experiencia en cierto nicho o sector tienen un valor económico superior al que puede ser percibido por una audiencia local.
Entonces, el criterio que nos va a ayudar a dirimir la disyuntiva es si tenemos o no una comunidad creada. Para los que estén empezando a crear su comunidad, le vendría muy bien la visibilidad de plataformas que les permita potenciar las colaboraciones y los patrocinios cruzados entre colegas. Para los que ya vienen picando piedra desde tiempo atrás y cuentan con una comunidad como base, inclinarse por su propio sitio de membresía sería una buena alternativa.
Independientemente de cual sea su modelo de negocio y su modelo de monetización, a todos nos conviene fortalecer la clase media de la economía creativa en la que una persona que desea vivir de su pasión pueda estar en el rango de ingreso entre ($50,000 y $150,000) usd anuales. Así que debemos recordar algunas buenas prácticas como el enfoque en nichos, las colaboraciones; la interacción con la comunidad; el apoyo activo de superfans (gamificación en los Directos) y crear ingresos pasivos (venta de productos digitales) que representan costo marginal casi cero.